Para empezar tengo que resaltar que mi Mel Giboson de acción ha vuelto, eso si, en plan mártir gore ecce hommo, tan a lo suyo, le ha cogido gusto al martirio y la sangre y parece ofrecerse en cuerpo y alma a la acción, sufrimiento y el dolor de la serie B. Su personaje en esta enchilada picante y destroyer padece mil y un sufrimientos, palizas y humillaciones, en el peor agujero penitenciario mexicano, y me ha hecho sentir como si cumpliese penitencia autoinfringida en estos tiempos de marginación por parte de Hollywood, en un alocura mariachi desenfrenada donde los arquetipos del cine carcelario se multiplican por mil en una sucesión de palizas, tráfico de órganos, drogas y salpicaduras a lo Robert Rodriguez que no dejan de encantarme con torturas, cámara lenta y gore. Y poor si fuera poco, mi Mel... consigue demostrar, sobre todo en sus escenas con el niño, lo extraordinario actor que es.
Nota: 8 sobre 10
No hay comentarios:
Publicar un comentario