En esta película, aprovechan el tema del plagio literario (un saludo para AR) para levantar un ambicioso juego de cajas que tapan otras cajas que se toma a sí mismo demasiado en serio y esconde una paradoja en la que nos quieren hacer creer que la impostura funciona como un cáncer del alma y se aboga por la verdad como único manantial del arte... Pero lo menos convincente de toda la película es precisamente eso, su narración no convence para nada de ser una verdad minimamente creible. La historia traumática del pobrecito exiliado en París es un montón desordenado de tópicos que ni siquiera están bien interpretados para intentar salvar un poco de credibilidad. Lo más interesante de la película es la voz de la conciencia del personaje que interpreta Jeremy Irons que destila frases gurú que dan profundidad al pastel, pero nada más. Una pena porque el tema es interesante, más allá de lo que pensemos de la apropiación de derechos y creación a lo SGAE...
Nota: 4 sobre 10
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