La nueva peli del buenorro de George Clooney delante y detrás de las cámaras se disfraza de thriller político sencillo y dínámico para lanzar de un modo asequible al público masivo una brutal y aterradora diatriba contra quienes manejan el mundo. ¡Fantástica! ¡Nos abre los tres ojos ante los que nos mangonean día a día desde los políticarros a los periolistos!
El asesor de campaña de Mike Morris (Clooney), aspirante a ocupar el Despacho Oval por parte del Partido Demócrata tiene una fe ciega en él y todo pinta muy bien en la campaña. Y sin renunciar a la integridad, además. George Clooney dirige una película cuyas riadas de mala leche fluyen con tanta naturalidad que convierten la propuesta en algo aparentemente mucho más liviano de lo que en el fondo es. Un tremendo golpe de efecto que le confirma ya desde la misma elección del título ─los idus eran días de buenos augurios para los romanos, pero durante ellos fue asesinado Julio César─ como un fantástico cineasta (una vez más), capaz de lanzar a las masas contenidos despiadados que se absorben con espeluznante facilidad comercial. Qué miedo. Y qué impotencia provoca la razón de su discurso.
«Me importa una mierda que pueda ganar. Tiene que ganar». El 99% de la población mundial es perfectamente consciente de que la política como concepto mismo ha desvirtuado casi totalmente su vocación de servicio al pueblo. Clooney y sus guionistas saben que no hace falta incidir en ello de un modo rebuscado e intelectual, así que deciden disfrazar esta crítica evidente a los estamentos del poder de thriller emocionante y dinámicamente distraido con el satanizante viaje moral de la figura principal, que parece evolucionar de oveja a lobo rodeado de pastores fuertemente armados.
Con políticos y medios de comunicación retratados en su miseria toca pensar hacia dónde vamos... o seguir tragando con todo como borregas tontas como hasta ahora...
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