domingo, 11 de marzo de 2012

John Carter (2012)

Andrew Stanton abandona la animación (WALL-E) para encargarse de la mastodóntica adaptación de la obra de Edgar Rice Burroughs. Pervertida por Disney para un público familiar, abandona buena parte de su esencia, pero lo peor de todo es su insulsez general. ¡Aburre a las ovejas!
Edgar Rice Burroughs resulta ser el único heredero de su difunto tío, John Carter. A través de su diario, conocerá su historia. Coincidiendo con el centenario de la primera publicación de “Una princesa de Marte”, pieza capital de la fantasía del siglo XX y primera de la serie Barsoom que Burroughs dedicó al personaje, llega a los cines este bodrio en forma de megaproducción  en la que el frustrante resultado es proporcional a su desmesurado presupuesto, que se va por encima de los 250 millones de dólares.
Vale que comercialmente se justifique matar buena parte de la esencia pulp de la obra escrita, máxime tratándose de un truño producido directamente por Walt Disney Pictures. Fuera químicas eróticas de la pareja principal, fuera irreverencia y socarronería, excesos violentos y demás zarandajas, aquí lo que cuenta es la aventura familiar. Vale. Pero lo que es inaceptable es el aburrimiento supino de una película a la que le sobra metraje por todas partes y que no destaca por sus dosis de acción, emoción, amor, drama o comedia; insulsa, anodina, su único impulso son los kilométricos saltos semi en bolas del muchacho del título. Sin más...
Mal dirigida y muy mal editada, adornada por una banda sonora que no soportaría ni un sordo, con el añadido de destrozar la ilusión de los seguidores de Dune, Star Wars, Avatar... por encontrar un nuevo mundo de fantasía (al ver este te dan ganas de destruirlo directamente para dejar de sufrir semejante tostón). No es más que la guinda del despropósito que es este bodrio protagonizado por un sosainas Taylor Kitsch, ausente de carisma alguno y sin ningún tipo de feeling. Por lo menos la integración digital de los paisajes marcianos luce y mucho, pero qué menos. Solo faltaría que ni eso hubiesen sido capaces de lograr con semejante despilfarro de dinero.
Nota: 3 sobre 10

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