Esta película en la que vemos al niñato de Harry Potter sin barita, con cara de friki feo y pálido como la polla de un albino funde la atmósfera gótica con efectismos al más puro estilo de horror japonés. Para disfrutarla en la oscuridad…
Va de un abogado Arthur Kipps (ex Harry Potter) que es enviado a un pueblacho para liquidar los papeles de la mansión Eel Marsh, como paso previo a su venta tras morir su dueña. Pero la casa viene con sorpresa. Una historia inglesa de fantasmas nacida de la imaginación de la novelista Susan Hill en 1983. El resultado es notable en su consideración general, de lo más estimulante para pasar cien minutos abrazado a un bol de palomitas o a algún maromo protector que luego nos quite el miedo a base de pollazos.
Es una potente fusión del terror gótico con el japo-horror que invadió los circuitos de todo el mundo hace unos años, este cuento tenebroso equilibra una atmósfera envolvente y atrapante ─que no excluye extensas secuencias sin diálogo alguno─ y un divertido ─pero abusivo en ocasiones─ efecto tren de la bruja que sacude el espectador a lo largo de un drama inflexible en su tono arisco, turbio y entristecedor; a los crujidos, susurros y crepitares de cualquier haunted mansion que se precie ─la localización de la película es espectacular en su escenario principal─ se suman padres destrozados que sobreviven a sus hijos, fangos asesinos y localizaciones envueltas en una constante bruma que subraya la desolación.
Gran dirección artística ya desde su estremecedor prólogo, una producción limpia apuntalada por una crepuscular fotografía que juega bien sus posibilidades con un montaje inteligente, abierto en sus trampas, y una banda sonora que bucea más allá de los evidentes golpes de sonido que anticipan/subrayan/acompañan los sobresaltos principales. Daniel Radcliffe, protagonista (casi) absoluto que inicia aquí verdaderamente su carrera cinematográfica más allá de la jodida barita mágica, aguanta bien la expresión eternamente apesadumbrada de su personaje (habrá que verlo alguna vez en un papel en el que tenga que cambiar de cara). Una cinta para disfrutar a oscuras, en pantalla grande… y en compañía. Por si...
Nota: 7 sobre 10
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