Michael Fassbender y su GIGANTESCO talento, su ENORME capacidad, capaz de demostrar que tiene algo SOBRENATURAL, nos pone perracos en Shame. Su enorme pollón es el indiscutible protagonista de la cinta. Lo deja claro en todo momento como en ese momento en el que le vemos mear con la puntita por debajo del culo, si como decía Clooney tiene un talento desorbitado que le permite jugar al golf sin necesidad de utilizar el palo.
Dejando de lado las inevitables bromas sobre el gigantesco pollón del prota, Shame es mucho más que eso. Shame es el segundo largo de Steve McQueen un londinense, negro y regordete que poco tiene que ver con el mítico protagonista de La Gran Evasión, ya su primera película fue toda un derroche de talento, la aquí inédita Hunger también protagonizada por Fassbender.
En Shame el sexo se convierte en un arma adictiva, capaz de destruir a una persona, Fassbender es un hombre adicto al sexo con desconocidas, necesita sexo y porno a todas horas (¿os suena? XD), pero es incapaz de mantener una relación sexual con alguien que conozca. Con la llegada de su hermana, Sullivan tratará de encontrar la forma de salir de esa adicción al sexo e incluso intentará encontrar la forma de encontrar la forma de mantener una relación formal. Todo esto le lleva a un fracaso que le sume en una ola de autodestrucción de la que le será complicado escapar.Es posiblemente la parte final de la película, cuando llega esa autodestrucción a la que hacemos referencia la más visceral y radical de la película, dónde en forma de un acertado flashback empezamos a descubrir a un Sullivan ansioso, perdido, con una imperiosa necesidad de borrarse completamente del mapa. Al igual que ocurría con su primera película, McQueen narra todo a base de planos largos, eternos, también los primerísimos planos, todo lo que sirva para alimentar una sensación de cercanía y realidad, todo en Shame está milimétricamente estudiado, la pasionalidad que se erradica en la escena de la cena, la belleza que destila Carey Mulligan al cantar una versión de New York, New York en un primerísimo plano que magnetiza al espectador, el fantástico travelling de la huida de Sullivan, acabado, no casualmente ante la imagen de un semáforo destrozado que deja la silueta del paseante boca abajo. Pero lo mejor de todo es la interesante bajada de un personaje hasta lo más hondo del infierno, un viaje que le lleva hasta sentir pavor de su propio ser.
Shame no es una película apta para todo el público, lejos de hacer del erotismo el germen de la misma, se convierte en algo terrible, horroroso, las escenas de sexo son horribles, terroríficamente atroces, plaro que eso a alguna pasivorra sumisorra le encantará y le hará babear y lubricar como una perra en celo en su butaca. La interpretación de este personaje derrotado por parte de Fassbender es de una exigencia física y emocional desgarradora, llevando en sus carnes todo el horror de este personaje que viaja por completo hacia el infierno. Estamos ante la confirmación de un talento en ciernes, de un hombre que de seguir así se convertirá en uno de los mayores referentes del cine europeo, esta vergüenza nos sobrecoge, nos atrapa y nos destroza por completo. Y no lividemos el protagonista fálico de ENORME capacidad de interpenetración, perdón, interpretación...
Nota: 8 sobre 10
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