domingo, 5 de febrero de 2012

Moneyball: Rompiendo las reglas (2012)

“Moneyball: Rompiendo las reglas” es la adaptación de un libro escrito por Michael Lewis en 2003, que cuenta la historia real de Billy Beane, un ex jugador de beisbol que ejerce de gerente en los Oaklands Athletics y tiene que ver cómo cada temporada los clubs con más presupuesto fichan a sus mejores jugadores. Con un equipo en constante recomposición, Beane no consigue el dinero que le hace falta para poder aspirar al fichaje de los jugadores que necesita para plantar cara a los equipos poderosos. Hasta que conoce a Peter Brand, un joven economista fanático del beisbol como él, que ha creado un curioso método matemático y estadístico para elegir a los jugadores que más convienen a una plantilla en concreto sin que ello suponga que se trate de los más cotizados, que valora entre otras cosas si la novia del jugador es fea...
La relación entre ambos personajes — muy bien interpretados por Brad Pitt y Johan Hill — es, sin duda, lo que en países en los que pasamos del beisbol como de comer mierda, llamará más la atención. Se trata de dos hombres opuestos en todo, capaces de encajar a la perfección gracias a la intensidad con la que viven ese deporte. A partir de ahí, ambos encuentran la valentía de oponerse al sistema que, por supuesto, se burla de un método que sólo se basa en cifras y porcentajes. Ni siquiera el propio entrenador del equipo, interpretado por el siempre creíble Philip Seymour Hoffman, cree en el proyecto hasta que no le queda más remedio que utilizar a esos jugadores “desechados”, y es entonces cuando empieza a ganar sorprendiendo a todo el país y cambiando para siempre las reglas del deporte más genuinamente norteamericano.
Al final resulta ser otra historia de superación a lo yanki, con moralina a raudales en torno a ese deporte que aquí tan poco interesa... el filme dirigido por Bennett Miller cuenta con los elementos que han de caracterizar a una cinta de calidad y no sólo por la impecable interpretación de la curiosa pareja protagonista, también por un guión inteligente y bien adaptado a la gran pantalla así como por una cámara que se mueve con destreza remarcando las escenas de mayor intensidad del filme, aquellas, por supuesto, que tienen lugar en un estadio lleno de gente para apoyar a su equipo en los momentos cruciales de la temporada. O para sufrir con él cuando, al final, lo que llega es la previsible derrota a pesar de tanto trabajo y sacrificio. No creemos en su éxito en los Oscar, ni tan siquiera al "cantado" por algunos para Pitt.
Nota: 7 sobre 10

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