A los cineastas nórdicos siempre les ha fascinado la mezcla entre la violencia (física, psicológica) y el paisaje, construyendo algo de enorme fuerza visual tan frío como apasionado. Este producto carcelario juvenil participa de esos primitivos impulsos: la brutalidad de los carceleros del centro de internamiento y su escarpada ubicación digna de una cinta de terror gótica, con jóvenes nórdicos salpicando nuestras pupilas en todo su expeldor de presidiarios. Con ese fondo frío donde estalla la rebeldía adolescente, en un clima no ya frío, sino gélido, se busca simplemente con la huida como objetivo final entre escenas que combinan bien sadismo con aventura y drama con denuncia.
Buena opción para ver cine del norte de Europa con buen nivel.
Nota: 7 sobre 10
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