Estrambótica comedia de Álex de la Iglesia (para variar) salpicada de momentos geniales y empapada del basto e inteligente sentido del humor del cineasta, pero que se desequilibra en su camino a un clímax pesado y desparramado. Es irregular aunque entretenida, demasiado hecha para sí mismo.
La historia se desequilibra en un desarrollo que arranca con una ferocidad genial para estancarse en su segunda mitad. Y es que el conjunto termina haciéndose pesado por su empeño en extenderse innecesariamente hacia un aquelarre estrambótico y desparramado al que no le habría hecho ningún mal aligerar en metraje.
Eso sí, la parcial pesadez de la película no impide que De la Iglesia luzca una vez más su valía tras las cámaras, potenciada desde la (comercialmente lógica) elección de Hugo Silva y Mario Casas ─este último cada vez más sorprendente, factible y versátil─, guaperas oficialess del cine nacional, como protagonistas desquiciados de esta aventura negra y chavacana. Salpicada de momentos geniales y riesgos que no siempre acaban de cuajar, este no es el mejor trabajo del cineasta y corre un claro peligro de desinflarse víctima de un mal boca oreja del público, pero tampoco está mal. Risas burras y sinceras y humor basto sin autocensura, se deja ver...
Nota: 6 sobre 10
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