No es inferior a las tres entregas previas, la que abrió la serie en 2002 y las que vimos después en 2006 y en 2009, y no corre el peligro de defraudar a sus muchos admiradores, aunque sí es cierto que en otros ámbitos menos incondicionales pueden aparecer síntomas ligeros de agotamiento, consecuencia de unas historias que se han modificado pero no hasta el extremo de impedir alguna que otra reiteración.
Seguimos, por supuesto, al amparo del personaje más emblemático, la simpática, nerviosa y obsesiva rata-ardilla Scrat, empeñada al precio que sea en hacerse con su preciada bellota y a pesar de que surgen nuevos personajes, el liderazgo de los otros que nacieron con la primera parte, especialmente el mamut Manfred, el perezoso Sid y el tigre sable Diego, sigue siendo indiscutible.
El único cambio de peso en la cinta respecto a las anteriores es que el que había sido director de todas ellas, el brasileño Carlos Saldanha, ha dejado el proyecto para involucrarse en otros, también de animación digital, de distinta envergadura. Sin modificar apenas el rol de los personajes, una vez más Scrat es quien origina el caos que da pie a esta aventura, siempre en ese afán por atenazar a su bellota.
Lo que provoca, nada menos, es un cataclismo que va a ser el origen de la formación de los distintos continentes del planeta, tal y como hoy está configurado. Tras esta sacudida geológica, Sid se reúne con un nuevo y encantador personaje, su irascible Abuelita, y la manada se tropieza con un pelotón de distintas especies zoológicas, que hacen las veces de piratas marinos, decididos a impedirles volver a casa.
El más significativo de todos ellos, con mucho, es el malvado orangután, el logro más relevante de esta entrega. Los «buenos», sin embargo, tendrán la suerte, para desplazarse por estas aguas heladas y tratar de reunirse con el resto de la manada, de encontrar el vehículo idóneo, un iceberg.
Una vez más, el punto fuerte estriba en la combinación de una épica visual muy llamativa, con secuencias muy vigorosas. Para pasar una tarde distraida y seguir admirando a Scrat.
Seguimos, por supuesto, al amparo del personaje más emblemático, la simpática, nerviosa y obsesiva rata-ardilla Scrat, empeñada al precio que sea en hacerse con su preciada bellota y a pesar de que surgen nuevos personajes, el liderazgo de los otros que nacieron con la primera parte, especialmente el mamut Manfred, el perezoso Sid y el tigre sable Diego, sigue siendo indiscutible.
El único cambio de peso en la cinta respecto a las anteriores es que el que había sido director de todas ellas, el brasileño Carlos Saldanha, ha dejado el proyecto para involucrarse en otros, también de animación digital, de distinta envergadura. Sin modificar apenas el rol de los personajes, una vez más Scrat es quien origina el caos que da pie a esta aventura, siempre en ese afán por atenazar a su bellota.
Lo que provoca, nada menos, es un cataclismo que va a ser el origen de la formación de los distintos continentes del planeta, tal y como hoy está configurado. Tras esta sacudida geológica, Sid se reúne con un nuevo y encantador personaje, su irascible Abuelita, y la manada se tropieza con un pelotón de distintas especies zoológicas, que hacen las veces de piratas marinos, decididos a impedirles volver a casa.
El más significativo de todos ellos, con mucho, es el malvado orangután, el logro más relevante de esta entrega. Los «buenos», sin embargo, tendrán la suerte, para desplazarse por estas aguas heladas y tratar de reunirse con el resto de la manada, de encontrar el vehículo idóneo, un iceberg.
Una vez más, el punto fuerte estriba en la combinación de una épica visual muy llamativa, con secuencias muy vigorosas. Para pasar una tarde distraida y seguir admirando a Scrat.
Nota: 6 sobre 10
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